Lirios
Vincent van Gogh, 1890
Óleo sobre lienzo
Metropolitan Museum, Nueva York
Van Gogh describió esta obra como "suave y armoniosa". La clave de la atracción de esta pieza está en el color, un tono rosáceo de fondo que contrasta pefectamente con los violetas y verdes de los lirios. Al color se une la vitalidad, los lirios se arremolinan en un jarrón en el que apenas caben, de tal forma que parece que cobran vida. Esto es frecuente en la obra de van Gogh, la fuerza de la pincelada y su color vibrante. La calma que parece transmitir contrasta con el estado del pintor ya que lo pintó dos meses antes de su muerte.
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